Hay un árbol en mi pecho.
Un día lo plant é, después de mucho tiempo de
pensar pero poco de considerarlo. Me tomó horas y sangre. Fue el dolor más
grande que experimenté en mi ya no tan corta vida.
Está en el centro justo de mi esternón,
donde apenas hay piel y hueso. Sus ramas se extienden en dirección a mis
hombros, mis pectorales, mi corazón. Todavía no son tan largas; decidí dejarles
lugar para crecer.
Las raíces apuntan a mi abdomen, mi
entrepierna. El árbol está anclado en ese espacio de deseo, el núcleo de mi
ser, motor de mis ángeles y demonios.
El tronco que conecta ramas con raíces me
atraviesa al medio, una unión no siempre armónica pero sí imprescindible.
Parece ser robusto, aunque quién sabe. Preferiría que antes que fuerte fuera
flexible.
De a poco voy encontrando algunas figuras
que se esconden atrás de este árbol. Desde donde puedo verlo se distingue parte
de una mujer con corset, con su sexo hacia mi cara, o unos bigotes como los de
Dalí.
Otra gente también va descubriendo
presencias ahí, pero desde ángulos diferentes. Quizá algún día catalogue todo
lo que cabe en ese árbol. O quizá no: que lo oculto a veces lo es por una buena
razón.
Tengo un árbol en mi pecho. Es hijo del sufrimiento
y la esperanza. Y está tan vivo como yo.
hermoso el simbolo y lo que significa para vos... Que crezca y te contenga y te cuide...
ResponderEliminar