Te perdí. ¿Cómo te encuentro? ¿Cómo nos
encuentro?
No hablo de volver a ser. No. Esa quimera
hace rato que no me seduce. Aprendí que el retorno es imposible. Lo único que
hay es infinitos porvenires. A lo más que podemos aspirar es a que ese adelante
que creemos de entre tantos nos reconforte como algún atrás supo hacerlo. Si
tenemos suerte, y trabajamos mucho, quizá sea aún mejor que el pasado. Si no,
el esfuerzo igual vale la pena.
Porque esa mierda de que todo lo que pasó
fue mejor tampoco me la creo ya. Lo dejo para las novelas o los tangos. El
mejor tiempo siempre es el presente, porque es el que podemos cambiar. Lo que
no es factible de ser modificado es invariable, y sin dudas te hace perder
algo: la libertad o la cabeza.
Te perdí. ¿Y si no te encuentro? ¿Y si no
nos encontramos?
Quizá lo errado sea el concepto de
“perder” a alguien. Para perderlo, antes tiene que ser tuyo. Y esa mentira
imposible neurotizante que nos venden también me cansó, a fuerza de dolores y
de chocar contra (mis) paredes una y otra vez.
Es difícil buscar con los ojos borrosos,
pero más aún lo es hacerlo con el corazóncabeza cerrado. Si se trata de abrir
puertas, no podemos clausurar caminos.
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