Una rosa con una aguja clavada. Roja,
gotea agua. La aguja todavía tiene el hilo carmesí con que se han bordado las
palabras que revelan la escena oculta. Cada letra está delineada con claridad;
imposible equivocar su significado.
Eso es traicionar.
Traicionar, pero por el gusto de hacerlo.
Estimularse con la idea es forzoso. Ese es el secreto sucio que todos llevamos
dentro: traicionar da gusto; traicionar libera. Todos hemos traicionado, o lo
haremos en algún momento. Traicionar es inevitable. Lo único que se necesita es
vivir lo suficiente.
Sólo cuando traicionamos las ideas que
teníamos arraigadas encontramos nuevos puntos de vista. Sólo cuando
traicionamos a quienes nos aman sabemos si era de verdad cierta esa
incondicionalidad tan pregonada. Sólo cuando traicionamos la cita con la muerte
es que seguimos respirando.
Aunque siempre se siente peor que alguien
nos lo haga a nosotros, esto es claro. Tiene un costo. Traicionar, pero de
frente. No de espaldas. Traicionar no por cobardía, si no con coraje. Traicionar
con el corazón abierto y la mirada en el horizonte. Así da gusto una buena
traición, aunque duela.
La traición es llorar.
El juguete rabioso
ResponderEliminar