miércoles, 16 de abril de 2014

Elogio traicionero

Una rosa con una aguja clavada. Roja, gotea agua. La aguja todavía tiene el hilo carmesí con que se han bordado las palabras que revelan la escena oculta. Cada letra está delineada con claridad; imposible equivocar su significado.

Eso es traicionar.

Traicionar, pero por el gusto de hacerlo. Estimularse con la idea es forzoso. Ese es el secreto sucio que todos llevamos dentro: traicionar da gusto; traicionar libera. Todos hemos traicionado, o lo haremos en algún momento. Traicionar es inevitable. Lo único que se necesita es vivir lo suficiente.

Sólo cuando traicionamos las ideas que teníamos arraigadas encontramos nuevos puntos de vista. Sólo cuando traicionamos a quienes nos aman sabemos si era de verdad cierta esa incondicionalidad tan pregonada. Sólo cuando traicionamos la cita con la muerte es que seguimos respirando.

Aunque siempre se siente peor que alguien nos lo haga a nosotros, esto es claro. Tiene un costo. Traicionar, pero de frente. No de espaldas. Traicionar no por cobardía, si no con coraje. Traicionar con el corazón abierto y la mirada en el horizonte. Así da gusto una buena traición, aunque duela.


La traición es llorar.

1 comentario: