La otra noche soñé con vos. Estabas desnuda y toda pintada de blanco.
Tus ojos eran azules; no azul natural sino eléctrico; un azul artificial,
artificioso. Azul irreal. Lo particular era que todo tu cuerpo, además de estar
pintado de blanco, no tenía un pelo.
No tenías pelo, vello, pelusa, en parte alguna. Nada.
Vos me mirabas y te reías y me preguntabas si me gustaba. Yo te decía
que sí, y entonces te volvías a reír y me decías que yo era un perverso. Que me
gustabas así porque tenías la concha lampiña y eso me hacía recordar a una
nena. Yo te dije que podía ser.
Podía ser.
Pero tu risa era la risa más perversa y más vieja del mundo, una risa de
diez mil años. Era la risa de todas las mujeres cuando se ríen de los hombres,
cuando se ríen porque saben cómo pueden controlarnos. Y te cogí.
Very fucking nice!
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