Escribir está a
mitad de camino entre vomitar y eyacular. La necesidad imperiosa de poner
palabras en el papel se enfrenta a la pereza, pero si uno se estimula
previamente puede ser mucho más fácil.
¿Cuántos
escritores escriben porque quieren? ¿Cuántos porque no pueden evitarlo?
A confesión de
partes, relevo de pruebas, dicen los poco inspirados. Como yo acabo de hacer.
Pero no es menos cierto por trillado. La confesión: no soy escritor. Escribir
no me apasiona. Escribir es, simplemente, la mejor manera de poner un freno a
los pensamientos que machacan mi cerebro, mi córtex. Un exorcismo.
Sí, eso.
Déjenme redefinir
la primera frase entonces: “Escribir está a mitad de camino entre vomitar y
hacer un exorcismo”. Esa síntesis me gusta.
Y entonces me voy
a dormir.
Cortazar en algún lado contó como tuvo que escribir el cuento Circe para sacarse el trauma con los bichos del marote
ResponderEliminar