miércoles, 14 de mayo de 2014

Nombres

Nos nombran y nos marcan. Y es algo muy premeditado; durante meses, quizás, madres y padres buscan cual será la nomenclatura que nos aplicarán. Ese hecho, la elección de un nombre, puede llevar a peleas extremas: darle a alguien el patronímico de una persona ya existente se juzga como un halago, aún antes de saber si el retoño hará honor o no a la dudosa distinción. En contrapartida, favorecer a una rama familiar por sobre la otra puede desencadenar rencillas que avergonzarían las peleas interclanes de los Highlands.

Nos nombran y nos ponen un género. No hay hombres llamados “Isolda”. No hay mujeres llamadas “Tristán”. La pregunta sería por qué. ¿Qué hace que un nombre sea “de varón” o “de mujer”? Ese constructo social es la primer etiqueta que nos asignan, y de allí la fuerza que cobra el poder autonombrarse. Quienes lo asignan sienten amor, pero ya nos están coartando la libertad.

Un nombre, entonces, es violencia y querencia al mismo tiempo, en un mismo cuerpo. Cargar esa contradicción es a veces insostenible.

Entonces puede ser que busquemos renombrarnos. Cambiar el cartelito con el que nos presentamos al mundo. Este acto es liberador. Quitarse una marcación que nos fue asignada a la fuerza y elegir la que queramos, la que sintamos que nos describe y comprende.

Ponerse el nombre propio abre puertas y clausura oscuridades. La nueva nomenclatura de necesario tendrá más consonancia con quien seamos que la que nos recibió al nacer, decidida antes del momento en el que dejamos el calor líquido del vientre maternal.

Muchas culturas tienen nombres sucesivos: nombres que usa la familia, nombres formales, nombres a partir de la mayoría de edad, nombres que la persona en cuestión elige por sí misma.

No deja de resultarme extraño que en este mundo de capitalismo individualista en el que nos venden que somos todos únicos, debamos cargar desde el nacimiento hasta la muerte con un mote que quizá no nos defina, o no lo haga por completo.¿Será que lo que nos quieren imponer es el individualismo pero no la individuación?


Yo sigo buscando mi nombre, el más verdadero. Algún día, lo encontraré. Ese día seré libre, aunque más no sea por un rato.

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