miércoles, 18 de septiembre de 2013

Escaleras

Me gustan las escaleras.

La arquitectura, la simbología, la matemática de una escalera me fascinan.

La escalera te hace ascender o descender. Te eleva o te rebaja. Te lleva al Cielo o al Infierno, que no necesariamente están arriba y abajo. Los peldaños transportan, pero rompen la lógica única del movimiento bidimensional adelante-atrás o izquierda-derecha.

Lo que más me interesa de las escaleras es el concepto de “enjuta”: ese es el nombre que recibe el espacio vacío que queda debajo de una escalera que no tiene abajo otra escalera. Suele tener, por obvias razones, un perfil triangular.

A priori, la enjuta no cumple ninguna función. Sólo es, existe, consecuencia inevitable de un deseo constructor. De hecho, no puede no aparecer: donde hay una escalera, hay por lo menos una enjuta. Que después se llene con algo más (un pequeño clóset, por ejemplo, o en el caso de algunas escaleras, uno más bien grande) no quiere decir que esa sea la razón por la que apareció.

Esta inevitabilidad me enamora. Y es que creo hermoso que un elemento arquitectónico para facilitar el desplazamiento no pueda evitar tener un espacio que en principio no cumple ningún propósito. Es como si el impulso de moverse verticalmente que tiene el ser humano creara por necesidad otros ámbitos, sin necesidad volitiva aparente. Nosotros decidiremos si esos recovecos tendrán algo, se resignificarán, o serán rellenados con algún material que los haga inaccesibles.


La enjuta aparece lo queramos o no. Está en nosotros con quéobjetivoscionales n uq, tener tanto esppo. ¿Qur su   on en las Bachanalia llenarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario